El tema que nos ocupa todavía no se ha insertado lo suficiente en el mercado. Ello así pues las empresas temen que la estrategia fiscal se recaracterice y sea interpretado por el fisco como un camino sinuoso que se cristaliza en la evasión fiscal.
En tal sentido, las empresas deben conocer la diferencia entre el planeamiento fiscal aplicando la normativa legal, de la creación de estructuras financieras u operativas que no resisten una mínima verificación fiscal.
Esto último no es planificación sino crear mecanismos ad-hoc para licuar el resultado impositivo.
Aplicar la normativa fiscal, basada en una adecuada interpretación de las normas, no es lo mismos que crear estructuras financieras locales o internacionales creando beneficiarios/acreedores inexistentes, como diferir el pago del Impuesto a las Ganancias comprando bonos y vendiendo los mismos a entidades financieras generando ganancias en el primer año (que se aplican contra quebrantos fiscales por prescribir) y perdidas en el segundo o sucesivos años.
Otro ejemplo esta previsto en la reglamentación de la ley de Ganancias, donde se dispone que las ganancias que se cobren en mas de un periodo fiscal, se imputaran no en el año de la venta del bien (ejemplo: bonos o acciones) sino a medida que se cobra el precio. De esta manera se difiere el pago del impuesto.
Esta simple situación no es una evasión, y es una adecuada aplicación de las normas fiscales.
La mayoría de los países permiten la planificación fiscal en tanto el sustento sea legal y no se trate de artilugios.
En nuestro país, todavía no hemos avanzado lo suficiente, y quienes nos dedicamos al asesoramiento tributario debemos usar las normas con la responsabilidad que nos compete, teniendo en cuenta que lo contrario implique no solo intereses y multas sino la aplicación de la Ley Penal Tributaria
